Escrito por Gabriela Torres
Gracias. Por las alas, la confianza, el amor y la paciencia con la que me quieres..
Hoy voy a empezar confesándote que no existe ningún buen comienzo para este texto. Porque hoy, a pesar de la felicidad latente que me impulsa constantemente a levantar esas comisuras que tantas veces me has besado, estoy melancólica.
Hoy he saludado a Melancolía, que ha pasado a visitarme. Hoy ha decidido que había pasado demasiado tiempo y que teníamos que poner algunos asuntos al día. Hoy, esta amiga, ha llamado a las puertas de mi conciencia y me ha regañado por haberla tenido castigada tantos días. Nos hemos tomado el té de las emociones reprimidas. Sí, un té demasiado caliente. Un té que me ha quemado el corazón. Pero qué bien me ha ido esa visita, qué bien me ha sentado ese trago de lucidez y sinceridad. Mi amiga Melancolía ha venido a recordarme lo mucho que te quiero. Y, después de ese titular, he comenzado yo a escribir el resto de noticia. Verás:
Me perdería por las capitales de tu cuerpo cada mañana, y sé que encontraría las 7 maravillas en ti todas las noches. No hay premio más Gordo que poder despertar contigo entre las sábanas de tu cama, ni mayor tranquilidad que perder la cordura soñándote mientras duermes a mi lado. Porque, cariño,consigues que pierda el sentido de la realidad y, al mismo tiempo, que encuentre la esencia de las cosas importantes cuando me bajo en la misma parada de tren que tú: la que nos conduce hacia nuestra vida en común.
Eres la palabra que no encuentro, el sentimiento que no existe y la emoción que nunca había sentido. Eres las caricias que no me han dado y los besos que sólo se prueban en tus labios. Eres el proyecto que nunca tuve, y el sueño que no me robaron. Eres tú, y por ser tú, todo ha sido diferente.
De hecho, hoy Melancolía me ha dicho que tranquila. Que sólo me va a arrancar unos cuantos suspiros cada vez que te vayas y que las lágrimas, aunque amargas, nos van a saber muy dulces. También ha hablado con Distancia, su mejor amiga, y le ha informado de nuestra situación. Se ve que han estado conversando durante el café, esta mañana, y que Melancolía ha convencido a Distancia para que, por favor, no nos lo ponga más difícil. Ya las conoces. Son dos amigas que se conocen desde hace demasiado tiempo, no las podemos separar. Es demasiado pronto para que se vayan de nuestras vidas.
Ya sé que Distancia, a veces, es necesaria. No le reprocho nada. Me hace crecer. Y sé que Melancolía tiene buen fondo. Aparece cuando menos quiero que lo haga pero, a pesar de ser tan inoportuna, tiene la bondad de hacerlo para recordarme por qué he sido tan feliz.
Por eso, cariño, te quiero. Porque sabes convivir con ellas tan bien como sé hacerlo yo. Y es que eres el complemento perfecto para ponerme y salir triunfante por la fiesta de la vida. Porque eres todas aquellas expresiones que hablan de encajar, y porque representas todas aquellas ideas que los estudiantes intentan descifrar entre los versos de Bécquer. Sin embargo, contigo, es imposible leer entre líneas. Porque no hace falta. La transparencia que me brindas es la octava maravilla que descubro en ti cada día de mi vida. Gracias.
Te has dado cuenta, ¿verdad? Me permites volar y, a lo alto, puedo verlo todo más claro. Me regalas las alas y me desmontas las cadenas. Me preparas los trampolines pero también las colchonetas rellenas de “por si acasos”. Sí, esos “por si acasos” con los que también rellenamos las maletas. Y, concretamente,hablando de maletas, ya la tengo terminada.
Tengo la maleta del sábado preparada. En ella, me llevo sueños, ilusiones, proyectos, nervios, incertidumbre, ganas, iniciativa pero, por encima de todo, mucho amor. Me permites rellenar todas las maletas de mi vida con toda la confianza que tu corazón y tu mente me transmiten a cada paso que doy. Me permites viajar con maletas que pesan el doble de lo establecido y consigues convencer a las azafatas de Ryanair de que ese peso de más es imprescindible para esos viajes. Porque sin amor, les dices, yo no sería quien soy. Y claro, tú no quieres que me cambien, ni las personas, ni las circunstancias.
Consigues convencerme, sin hacerlo, de que no hay mejor lugar en este mundo que a tu lado, ni vida más real y satisfactoria que la que tiene que ver con un proyecto común.
Gracias. Por las alas, la confianza, el amor y la paciencia con la que me quieres.
Consigues que sienta que tú eres la elección más acertada de mi vida.
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